Por: Yina Mateus
Tiempo de lectura: 5 minutos
Cuando no aceptas a otros es porque no te aceptas a ti mismo
Puede sonar chocante el título de este blog, pero es así. Todo aquello que nos molesta del otro viene a hacernos un reflejo en mayor o menos medida de algo que no aceptamos de nosotros mismos, o de algo que nos autoexigimos que deberíamos ser o hacer diferente.
Cuando no aceptamos a los demás como son, no estamos confiando ellos y en su capacidad de alcanzar su propio potencial. En ese momento nos ponemos como seres humanos por encima de ellos, los minimizamos, desempoderamos y los hacemos sentir inferiores.
¿Cómo te has sentido cuando no confían en ti, en tus capacidades y te imponen lo que debes hacer sin tenerte en cuenta? Hacer esto a alguien le lleva a creer que es incapaz y puede confianza en sí mismo. Creemos erróneamente que los demás deberían muchas veces ser y hacer todo como nosotros y desde esa concepción los invalidamos y hacemos que siempre busquen fuera de ellos la valoración que necesitan para amarse.
Nos puede pasar como padres, parejas, jefes y en cada uno de nuestros roles. Robamos la soberanía del otro sin darnos cuenta. ¿Cómo saber en qué momentos no aceptamos plenamente al otro? Cuando controlamos, microgestionamos, mandamos, sometemos y aplacamos. Si aprendemos a aceptar profundamente al otro, le permitiremos equivocarse y aprender sus propias lecciones sin protegerlo o minimizarlo.
Cuando queremos controlar el resultado desde lo que consideramos bien es cuando no aceptamos al otro y dejamos de creer en su sabiduría interna. Si se trata de tus hijos, recuerda que ellos, aunque sean niños, tienen la capacidad interna de conducir sus vidas, tu lugar es proteger y guiar, no controlar y aplacar. Asimismo, cuando se trata de ser líder en una organización, nos acostumbramos a ser jefes controladores y mandones, cuando realmente la figura se trata de ser un guía que acompaña y desarrolla lo mejor de otros.
Para poder acompañar de una mejor manera a otros en cada rol de nuestra vida, debemos empezar a ver qué no aceptamos de nosotros y de lo que traemos de nuestro pasado. En el momento en el cual nos aceptamos con nuestros aciertos y fallas, seremos más empáticos y compasivos con el error y el proceso de aprendizaje emocional del otro. Así, dejaremos de protegerlo o salvarlo por miedo, porque no confiamos en sus capacidades o nos consideramos superiores.
Para empezar a andar por un camino de autoaceptación, autoestima y mejora de nuestra relaciones sociales, te invito a que contestes las siguientes preguntas en papel para conectar de manera más profunda con la información oculta, pero valiosa que se aloja en tu cerebro. Tómate tu tiempo y hazlo con calma y amor:
¿Qué no aceptas de tu padre?
¿Qué no aceptas de tu madre?
¿Qué no aceptas de tus hijos?
¿Qué no aceptas de tus hermanos?
¿Qué no aceptas de tu pareja o ex?
¿Qué no aceptas de tus empleados o compañeros de trabajo?
¿Qué no aceptas de otros? (elige a alguien con quien tengas diferencias en este momento)
Luego de haber escrito tus pensamientos al respecto, te invito a que revises con humildad en qué de lo que escribiste te ves reflejado. Permítete observar qué has modelado de tus padres o hermanos y qué proyectas de ti en tus hijos, pareja, empleados y compañeros de trabajo. Ahora te invito a que te contestes la siguiente pregunta con muchísimo más amor y autocompasión:
¿Qué no estoy aceptando de mí?
Cuando no aceptamos quienes somos, no nos amaremos plenamente. La base del amor y la conexión entre seres humanos se cimienta en la autoaceptación y aceptación del otro con sus luces y sombras. Así es, también es ideal aceptar sus sombras. Aceptar no significa que como seres humanos nos dejemos violentar o estemos con alguien que no nos conviene. Solo significa que entendemos que han hecho lo mejor que han podido en su vida con las herramientas emocionales que han tenido y que los amamos con todo su historial.
Si no nos amamos incondicionalmente a nosotros mismos, tampoco seremos capaces de aceptar a quienes nos rodean de manera genuina. El momento en el cual no aceptamos a los demás seres humanos, nos estamos poniendo por encima de ellos desde nuestro ego. De manera silenciosa, en voz alta o con nuestros actos les estamos diciendo: “eso que tú eres no va alineado a mis estándares y expectativas, debes dejar de ser quién eres y ser quien yo quiero”.
Así que la invitación de hoy para desarrollar tu potencial al máximo, desarrollar a otros y mejorar tus relaciones, se resume en aceptarte para amarte incondicionalmente y en aceptar a otros para amarles profundamente.
Pregúntame lo que quieras en mis redes sociales y te ayudaré a recorrer tu camino de evolución.
Twittea o comparte este blog con quien creas que pueda necesitarlo. Déjame tus comentarios o preguntas, será un gusto contestarte.