A veces las personas se levantan temprano con mala cara para ir a un trabajo que no les gusta o no los hace sentir plenos y creen que es la única opción.

Nos dejamos meter en un remolino de metas y “éxitos profesionales” que nos hace perder el foco de nuestro bienestar personal. Cuando nos damos cuenta, estamos envueltos en un trabajo donde pasamos horas frente a un computador, contestando mensajes, viajando o respondiendo requerimientos de nuestro jefe donde nada de lo anterior nos gusta.

Conforme va pasando el tiempo, se nos hace normal y común quejarnos del trabajo y sentir agobio cuando se está acabando el fin de semana o las vacaciones porque todos a nuestro alrededor se lamentan de lo mucho que trabajan y de manera irónica, parece que se apreciara la alta productividad, aunque pueda poner en riesgo nuestras relaciones y salud física, mental y emocional.

Cometemos el error de agarrarnos a un trabajo buscando lo que creemos éxito y dejamos muchas veces otras áreas de nuestras vidas a la deriva. Te invito a que en esta navidad te hagas un regalo para toda tu vida y que impactará de manera profunda la plenitud con la cual vives, se trata de siempre definir primero qué estilo de vida quieres tener y luego, escojas tu trabajo.

No significa que en este momento te esté invitando a renunciar. Puedes definir cómo quieres que sea tu estilo de vida ideando un día, semana, mes y año completo. Luego, empieza a hacer ajustes paulatinos en lo que tú puedes controlar, aprende a decir que no, cambia o mejora tus horarios, ten prácticas irrenunciables que te generen bienestar, educa a la gente a tu alrededor como jefes, compañeros o colaboradores, entre otros. Permítete entregarte en esta navidad el regalo de respetar tu calidad de vida y sentirte más pleno con ella.